viernes, 6 de julio de 2012

Hola - Chau


Entre tantas otras razones para no vivir en Estados Unidos, esta esta, de que el teclado que me toca, no tiene acentos, que desde las 9 de la noche del viernes y hasta las 11 de la manana del miercoles (tampoco dispongo de enies y aunque se que en alguna parte apretando alt y ciento sesenta y algo, estara, como la á lo está con el Alt-160, pero es un trastorno escribir asi, asi que olvidense de los acentos). Todo ese tiempo, decia,  110 horas, estuvimos sin luz, lo que significa sin aire acondicionado, con temperaturas de 101 grados F que si se ponen a sacar la cuenta o van a este enlace: 
les da 38,3 C, sin musica, sin lavarropas, sin Internet, sin WiFi, y sin algunas otras cosas mas. Por suerte, el agua no se corta, como pasa en mi edificio de Buenos Aires.
El Independence Day lo pase con Julio y Joy, mis amigos, andando en bicicleta por Washington. Fue muy lindo y hasta original andar por las calles vedadas al transito de vehiculos, excepto los policiales, las ambulancias, las de los servicios secretos, las motos policiales y los carros de bomberos que eran casi mas que los vehiculos que transitan diariamente por Washington. Habia conciertos en "El Mall" (ese espacio que va desde el Capitolio hasta el Lincoln Memorial) y a las nueve de la noche, la frutilla del postre eran los gigantescos fuegos artificiales en el Washington Monument, el obelisco, varias veces mas grande que el nuestro. 

Como nunca me gustaron mucho los fuegos artificiales y siempre deteste las aglomeraciones, juzgue que Dios me daba una maravillosa oportunidad para no ir al Mall, a pasar calor y apretujones. 

A la tarde, en una de las tantas escalas de refrigerio que hicimos, en las que en general duplicaba en ingresos las calorias egresadas con el bicicleteo, saque mi tarjeta de credito para pagar la cuenta justo en el momento en que mi amiga Joy extendia su mano para decirme que pagaba ella lo que provoco la caida de mi tarjeta, con la particularidad de que estabamos parados en una de esas rejillas que utilizan las companias de electricidad o de lo que sean y con la particularidad de que mi tarjeta de credito decidio caer en forma totalmente vertical y pasar casi sin tocar las rejillas para "descansar" alla abajo a unos cinco o seis metros mientras Joy pedia que la saquen y el barman no veia la cosa facil. Nos dio su numero y tomo nuestro e-mail con la idea de probar suerte cuando la gente se vaya. No lo logro y nos lo comunico solicitamente. Washington 2 - Charly 0 y eso fue todo. Por suerte, ni bien salimos de casa, volvio la luz y con ella el confort. 

Lo demas, muy bonito. Festejamos el cumpleanios de Julio, algunos paseos y comidas y hoy visita al Washington Hospital Center donde Julio es Jefe de Cardiologia, visita a la Unidad Coronaria y muchas, muchas, ganas de atrasar uno anios el almanaque ponerme un ambo y unas crocs (ahora usaria crocs) y llenarme de sangre venosa y arterial, y vomitos.


Y pensando en La Residencia (así, con mayúsculas) me vino a la mente una alegoría un poco biográfica.

Cuando hace ya unos cuantos anios vivi por un tiempo en Estados Unidos, el idioma (nunca me fue facil ni me senti comodo con los idiomas distintos del mio) y mi pudor por no dominarlo, eran probablemente los principales escollos que tenia. Situaciones de la vida cotidiana, como tener que ir a una ferreteria a comprar un "burlete" o una "sopapa" o un "puniado de tachuelas" se convertian en trampas mortales a mi dignidad. Ni que  hablar, cuando mi mujer no tenia mejor idea que "pidamos pizza". Un aparentemente inocente acto que significaba que alguien de esos ceroochocientos tratando de ser lo mas expeditivo posible me iba a preguntar si queria la pizza, grande, chica, mediana, cuadrada, con morrones, con chorizo, con repollo, con rucula, con romero, con semillas de amapola, con queso, con burlete, con sopapa o con tachuelas, mientras de este lado del telefono y a un metro mio mi mujer cambiaba permanentemente de ideas y gustos y me senialaba que una de las canillas de la pileta de la cocina tenian una perdida y que ni bien cortara con el delivery tendria que llamar al de mantenimiento para explicarle el drama hidrico que viviamos. Muchas veces pense que habria sido mejor suicidarme que comer pizza. Sin embargo, me daba cuenta de que cuando las cosas entraban por necesidad, a presion y de a muchas a la vez, quedaban bien grabadas. Y me acordaba de mi residencia, en esos anios bastante reciente. 


Me acordaba cuando el segundo dia de residencia, despues de haberme quedado de guardia a la noche y no haber pegado un ojo, y haberme caminado el Hospital (y este tambien va con mayusculas) varias veces con llamados a los que acudia desesperado porque, en ese entonces las "tachuelas" no eran "tachuelas", los burletes no eran "burletes" y las "sopapas" no eran sopapas. Eran "goteos de dextrosa al cinco" "cloruros de potasios" "un paro en la sala 12" o "una via que se tapo y hay que ponerle una via central"  ese segundo dia, mi hermana, que vivia en La Plata y se las ingeniaba para encontrarme telefonicamente porque, claro esta, no habia internet, ni celulares, ni mensajitos, pero mi hermana me encontraba igual y la enfermera me decia que estaba al telefono y yo decia hola y ella Como estas? y yo, con los ojos llenos de lagrimas, como ahora, le decia: Yo no voy a aguantar esto!


Asi como un idioma se aprende a los golpes y a presion, la medicina se aprende a los golpes y a presion. La Residencia es los golpes y la presion, que nos ensenian ese idioma que hablaremos toda la vida. Sufrimos mucho, puteamos mucho, nos quejamos siempre y esta bien que asi sea. Pero el idioma queda y "el acento se nota". Quien hizo una Residencia habla otro idioma y con otro acento. En La Residencia se aprende de todo. Y me viene a la mente una de las frases de Raul Alfonsin que nos quedo grabada y cuyo significado siempre comparti: "Con la democracia se come, con la democracia se educa y con la democracia se cura". Si seniores: Con La Residencia se come, con La Residencia se educa y con La Residencia se cura. 


Hoy es el dia del Hola - Chau, la fiestita con que despedimos a los residentes que terminan y recibimos a los que empiezan su residencia.

Mis muy queridos Chaus, Laura Luciani, Valeria Vietto, Ignacio Vicente y Tami Guenzelovich: Hasta siempre! Se llevan las alforjas llenas de tachuelas, de burletes y de sopapas que sabran usar cada una en su momento justo.

Mis envidiados Holas,  Natividad Burdisso, Manuel Rodriguez, Francisco Peper y Maria Victoria Ruiz Yanzi bienvenidos a la mejor etapa de su vida. Se llenaran de tachuelas de sopapas y de burletes que seran preciosos para ustedes y para sus pacientes.
Con calor, sin acentos, sin Ñ, Un gran abrazo.