martes, 8 de noviembre de 2011

Nota de Opinión: Los alertas por si acaso, la sensibilidad y especificidad de la herramienta y la fábula del pastorcito mentiroso

Carlos García*


Hace unos días, un alerta sanitario, originado en el Ministerio de Salud y difundido por centenares de organizaciones rezaba:

“Ante el ingreso a nuestro país de visitantes (sic) motivado por el evento “Copa América” que actualmente se juega en varias provincias, el Ministerio de Salud de la Nación alerta al personal de salud ante posibles casos sospechosos de Sarampión e instan a prevenir casos de sarampión-rubéola…”. 

Me pregunté, en primer lugar, si el alerta era racional y traté de imaginar en qué estaba fundado y en sus posibles consecuencias. Consulté a mi amigo Jerónimo Cello, virólogo del Department of molecular Genetics and Microbiology, School of Medicine, State University of New York at Stony Brook, también experto en bioseguridad a quien suelo consultarle sobre la pertinencia de estas medidas adoptadas por nuestras autoridades sanitarias.

Su respuesta fue:

Charly, la advertencia está basada, estimo, en un par de casos de sarampión adquiridos por argentinos que visitaron Sudáfrica por el mundial de fútbol. En ese momento en Sudáfrica había un brote de sarampión o hay casos frecuentes debido a deficiencias en el sistema de vacunación. Entonces, estimo que  el Ministerio abre el paraguas y dice: Viene gente de países limítrofes; asumen que pueden estar infectados por dichos virus (aunque no tengo información de que haya brotes en los países de donde provienen los hinchas), es un campeonato de fútbol; coligen fútbol en Sudáfrica, sarampión, fútbol en Argentina, sarampión y todo eso los lleva a hacer estas recomendaciones. Mi experiencia en el Instituto Malbrán es que hay poca gente entrenada en diferenciar las exantemáticas; en general lo eran  los médicos veteranos que habían visto muchos casos. ¿Cuántos casos de sarampión o rubéola viste vos, con todo respeto? Me parece que van hacer más daño que bien con esas recomendaciones. Un abrazo, Jerónimo

Pensé que es cierto, que he visto muy pocos casos en mis treinta años de médico de un hospital porteño de comunidad; pensé que las falencias de detección, en este caso el conocimiento médico no se cubren bajando el umbral del potencial detector (el médico), diciéndole que ante cualquier duda piense en sarampión sino difundiendo claves para detectarlo, porque a alguien que pretende cazar perdices y nunca vio perdices no se le debe decir que piense que todo bicho que pasa volando puede ser perdiz y dispare; pensé en todas las consultas inapropiadas, que pueden generar estos alertas; en que una picadura de mosquito podrá generar una consulta preventiva, una vacunación exagerada y una utilización innecesaria de recursos necesarios y escasos. Pensé que las autoridades, como dice Jerónimo, abren el paraguas y que abrir el paraguas no es gratis ni inocuo. Pensé que lo mismo pasaba con los alertas meteorológicos. ¿Se acuerdan cuán raros eran antes los alertas meteorológicos? Pero, claro, un día cayó granizo, rompió vidrios, abolló autos y llenó cabezas de chichones. Un pueblo tremendamente consciente de sus derechos gritó que “Estas cosas no pueden suceder”, como si en este mundo globalizado e imprevisible no fuera todo, absolutamente todo, posible, como si un noruego alterado no hubiera tomado un M-nosécuanto para atormentar la calma nórdica, llevándose puestos a decenas de compatriotas, como si un volcán no le cambiara la temporada a miles de turistas y la vida a decenas de miles de ciudadanos, como si un tsunami no se cargara decenas de miles de japoneses, como si Argentina, con Messi y en su cancha no pudiera haber sido pasada a mejor vida por Uruguay, como si… Una de las primeras exclamaciones auto-exculpatorias ante un hecho inesperado y brutal suele ser "Esto no puede ocurrir".

Entonces, ante estos beligerantes conocedores de sus derechos, ¿Qué hacen nuestras inexpertas autoridades? Alerta meteorológico “pa todo el mundo”  ante la menor amenaza de lluvia; alerta sanitario “pa todo el mundo” ante cualquier evento futbolístico que implique migraciones, por ese sabio principio básico de que fútbol más migración es igual a sarampión.

Pensé en la fábula del pastorcito mentiroso que bajaba al pueblo gritando desesperado que los lobos le comían las ovejas y se escondía para reírse cuando los pobladores comedidos subían a espantar a los lobos que jamás encontraban y encontraban en cambio a las ovejas tranquilamente paciendo hasta que un día, el día que, efectivamente, los lobos le comieron sus ovejas, nadie le creyó y no fueron a socorrerlo.
Técnicamente, eso se llama aumentar la sensibilidad y disminuir la especificidad. La sensibilidad de una herramienta diagnóstica es la capacidad de detectar la enfermedad, es decir que no se le escapen los casos enfermos. La especificidad es su capacidad de que cuando dice que alguien está enfermo, esté realmente enfermo de eso que dice. Una herramienta sensible y específica te dice: "Cuando yo te digo que aprietes el pomo que es carnaval, apretá el pomo que es carnaval" (más de una vez habrán oído este dicho).

Trasladado a los alertas meteorológicos y sanitarios, aumentar la sensibilidad significa que el día que caiga granizo nos hayan dicho que iba a caer granizo y el día que "caiga" sarampión nos hayan dicho que iba a “caer” sarampión. Pero claro, al costo de que ante una pequeña llovizna nos metamos todos en nuestras casas y guardemos todos los autos y de que por unos casos esporádicos de sarampión, que venían de un partido de fútbol en un país que tenía un brote de sarampión, estando su población insuficientemente inmunizada, asociemos fútbol y extranjeros con sarampión y ante cualquier picado “extrememos medidas precautorias” como gustan decir los políticos de micrófono fácil y lectura escasa (lectura científica digo, porque al pueblo vaya si lo leen. Hasta el alma le leen estos pícaros).
"Bueno, nada", como dicen los jóvenes. Se me ocurrió que somos un país joven, latino e inmaduro y que, probablemente tengan que pasar unos miles de años más para que aparezcan políticas sanitarias racionales, que trasciendan los gobiernos y las emociones de turno.

Mientras tanto sigamos abriendo paraguas meteorológicos y sanitarios. Cada tanto, los lobos nos van a comer las ovejas porque nadie nos creyó. 

Escribí esta nota el 25 de julio de 2011 y me fui corriendo a guardar el coche porque ese día anunciaban un granizo que no cayó. Ahora, la estoy revisando un 9 de agosto de 2011 y el diario La Nación titula: Dramático relato de un argentino: “Londres está siendo literalmente saqueada”.


*Médico de Familia del Hospital Italiano de Buenos Aires - carlos.garcia@hospitalitaliano.org.ar
Publicado en EVIDENCIA - Actualización en la Práctica Ambulatoria - Julio / Septiembre 2011

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